Día 38

Vuelve a ser Lunes, vuelve a tocar tratamiento de inmunoterapia; ya sabes, esos  anticuerpos que que pinchan junto con varias otras cosas para que mi cuerpo no los rechace y se ponga, imagino, a luchar contra ellos. Daratumumab se llama la cosa, que la verdad es que a mime suena a nombre de jefe de tribu africana. Llevo aquí desde las diez de la mañana y según mis cálculos, hoy me voy a casa sobre las tres. 

Todavía no te he hablado del hospital de día donde me están tratando el cancer. Mieloma múltiple, recuerda. El ambiente es agradable, la gente está a lo suyo, unos duermen o comen, alguno lee el periódico, la mayoría está con el móvil y otros, como yo, estamos con el iPad escribiendo estas entradas o viendo un capítulo de la serie Fundación. Lo mejor de todo son las enfermeras, ellas hacen que la estancia aquí, mas o menos larga, sea llevadera y le quitan una parte importante del peso. Hacen que todo parezca más sencillo. 

La edad media de los pacientes que están aquí recibiendo tratamiento es de unos 65 años. No veo mucha gente “joven” como yo. Si me paro a pensarlo demasiado, cierto enfado empieza a despertar y pensamientos del tipo: “¿por qué yo/a mi?” hacen acto de presencia; pero me esfuerzo en concentrarme en la parte positiva y enriquecedora de la experiencia, el cambio que va suponiendo para mi vida, la nueva habilidad que voy desarrollando de observación del presente, del ahora.

Entre nosotros, los enfermos, la relación es nula. Estamos separados unos dos metros en unos sillones bastante cómodos y lo único que hacemos es cruzarnos alguna mirada de vez en cuando. No son miradas incómodas, son mas bien de comprensión y quizá de ánimo. No decimos nada, cada uno viene a lo suyo y cuando termina se va. Yo he tomado la costumbre de despedirme aunque sea de los que tengo más cerca cuando me voy.

Hoy empieza la semana 4 y una vez lista, acaba la “fase 1” y comenzaremos tu y yo, querido lector, la “fase 2” que según tengo entendido viene con algunas novedades. 

Comentarios