Día 1

Día primero del resto de mi vida. Día primero después del día D, de Diagnóstico.

Sospecha de mieloma múltiple. Suena tan mal como parece. Es una enfermedad de la médula de los huesos y lo que nos han comentado hasta ahora es que algo en la “fábrica de la sangre” no funciona como debería y produce pocos y malos glóbulos rojos. ¿Resultado? Desde hace unos meses sufro una anemia que va en aumento y no se recupera con hierro, claro, porque el hierro está bien. Pero me encuentro bien.

No me ha quedado claro si los glóbulos blancos están funcionando correctamente o no. Quizá se fabrican tontos y deformes y por eso me he contagiado de cada una de las oleadas víricas que mi pequeña Aurora ha traído de la guardería. En cualquier caso, ahora está en casa con nosotros y nos estamos tomando un respiro de la guerra bacteriológica que venía asolando nuestro hogar desde que empezó el cole.

Seguimos en pandemia por supuesto, esto no parece acabar nunca así que la situación es de pseudo confinamiento autoimpuesto. 

El camino a partir de ahora es concretar el tipo exacto de enfermedad, mi genética, ver cómo están mis huesos y alguna otra perrería más que tienen que hacerme solo para ver por dónde empezar. 

Como persona creyente que soy, considero un pequeño milagro el haber caído en manos de estos profesionales concretos que me van salvar la vida. Son los mejores en lo suyo y confío plenamente en ellos.

El miedo va desapareciendo pero siempre está al acecho. Ahora es el momento de mirarlo a los ojos y prohibirle tomar el control. Como en aquella fábula del guerrero que nunca quería enfrentarse a su miedo y al final le preguntó: ¿Cómo puedo vencerte? Y el miedo le dijo: Mi único poder pasa por hacer que me obedezcas, si te niegas a hacer lo que te digo, siempre podrás conmigo. 


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